viernes, 10 de marzo de 2017

El Soberano busca el Mar: El inicio



Historia por Iván Belmont

Durante años intenté ser feliz con la construcción de Castillos y Ciudades. Entre más crecía me sorprendía la devoción que los hombres mostraban por mi. No me creía el ser más inteligente del mundo y menos luchaba por ser el más glorificado. Pero en las guerras que se daban en mi nombre era como si fuera toda una divinidad. Pero. ¿Qué tenía de especial? ¿Qué era yo realmente para ser tan importante para estas personas? Quizá, la palabra libertad era tan aplaudida en los discursos de mi padre, quizá era la paz que reinaba en todos aquellos espacios donde un representante de toda esta rara maquinaria militar dejaba. La gente quedaba enajenada al momento de escuchar la voz de su Rey. Pero... vuelvo al mismo punto... intentaba ser feliz teniéndolo todo, o al menos eso yo creía.

Cuando nací, mi padre recién había muerto en lucha con su ejército, esto por luchar por la paz en el Reino de Ítan y dejar que El Imperio Arco dejara de atormentar las tierras del sur de nuestro mundo. Mi madre dio a luz, a pesar de la guerra que se vivía con ese imperio. El Rey de Arco conocía de magia y celoso de mi padre lanzó una maldición que acabó con su vida y la de mi madre. Cuentan aldeanos que el mundo estaba lleno de oscuridad. Nuestras rosas no florecían, muy poca comida, agua escasa y el sol casi nunca se asomaba por el horizonte.

Ítan, la tierra de mis padres, se leía entre cotilleos y tertulias como un desastre y quizá muchos podrán mencionarlo. Yo mismo lo digo - ¡Suena a un tremendo caos! - ¿Y cómo es posible que hoy en día las cosas sean tan diferentes? La guerra con el Imperio Arco no ha acabado, pero a diferencia de mi padre vamos ganando. No sé que habrá hecho él mal.

¿Soy feliz? ¿Debo ser feliz ahora que todo está en paz en mi reino?, la incógnita crece más el día de hoy, que he encontrado el diario de mi padre. ¿Podré saber quién soy y qué debo hacer ahora que soy mayor?

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