martes, 28 de mayo de 2013

Un viaje extraordinario

Mendoza Argentina.

Fue mi ciudad por seis meses, la verdad, cuando viajaba hacia Argentina dudaba mucho de mi. ¿Estaría listo para un viaje de tal magnitud? ¿Sobreviviré la primer semana? ¿y si me acabo mi dinero antes de regresar? ¿Qué voy a comer? ¿Dónde voy a vivir? Bueno, en realidad esas preguntas se fueron resolvieron conforme a la marcha. No llevaba ningún plan establecido, ni siquiera sabía dónde iba dormir el primer día. Afortunadamente, conocí a chico del DF que me ayudó a encontrar un Hostel donde hospedarme. Bueno, el primer día fue horrible, porque pague un hotel de 300 dólares. Pero afortunadamente me moví rápido a un Hostal, donde no pagaba más de 10 dólares la noche.

Llegué en plena Vendimia, una época en donde toda la ciudad se paraliza por eventos culturales y de degustación de vinos. La verdad aprendí a tomar vino y a ser selectivo. Después de estos eventos la ciudad fue un fantasma, muy tranquila, sin el ruido de patrullas o ambulancias.

Lo dije muchas veces a mis amigos y familiares, en Mendoza abunda la gente de la tercera edad. Es una ciudad que ya grande, pero esto no le quita lo interesante, ya que encuentras cientos de paisajes que retratar, lugares que admirar y un parque majestuoso que por más que intenté recorrerlo todo, no pude. En Tijuana no tenemos nada igual. Incluso me daba algo de tristeza no poder presumir áreas verdes o plazas majestuosas. 

Mendoza es también una ciudad fronteriza, con menos de un millón de habitantes, con una dependencia directa a la venta del vino y al turismo extranjero. Un sistema socioeconómico más apegado al socialismo nacionalista. Una ciudad donde su gente te recibe siempre con buenas costumbres y siempre te da cobijo. Una ciudad - para los que son de mi estado Baja California - que tiene tintes de Ensenada,  un calor como el de Mexicali, árboles como San Pedro Martir,  dinamismo como Tecate y la diversidad de Tijuana.