viernes, 17 de marzo de 2017

El Soberano busca el mar: El Imperio de Arco


Historia por Iván Belmont

Mi nombre es Arco, el Gran Hechicero de la Edad Oscura. Durante años perseguí a la Dama de las Rosas que daba felicidad y color a cada uno de los reinos de esta tierra. La perseguí por todos lados, quería yo poseer la magia de la felicidad y de la paz. Pero ella nunca me quiso cerca. Sin embargo, la busqué por todo el mundo para que fuese mía y de nadie más. Fui destruyendo cada una de las aldeas que ella pisaba. Nadie podía ser feliz si yo no la tenía en mis manos. Fue entonces cuando apareció el Rey Frausto, quien con su bandera de libertad venía buscándola por todos lados. Él le ofrecía paz y no sé qué otras cosas más.

Destruyendo imperios estaba siempre, cuando él los levantaba y los ponía en mi contra. Pasaron años hasta que el infeliz encontró a la Dama de las Rosas. Ella y el Rey Frausto se encontraron y unieron sus almas. Sin embargo la magia de la Dama se desvaneció cuando procrearon a su hijo. Ahí fue cuando juré que acabaría con los dos y que mi poder dejaría de oscurecer a todos los reinos cuando ellos dos murieran y vieran entonces sufrir a su hijo entre las cenizas de un mundo de oscuridad.

El imperio del hijo de Frausto fue acabando con mis poderes, tal como yo mismo me había maldecido, y al poco tiempo mi imperio terminó refugiándose en una torre que hoy en día es la más desolada del mundo. Sólo me encuentro con pocos hombres a mi servicio que a su vez van perdiendo su poder. Las leyendas hablan que fui un gran hechicero oscuro, que estuvo a punto de enviar a todo el mundo a una oscuridad eminente. Y mi propia soberbia me hizo caer. Hoy mi único aliento es ver al hijo del Rey triste y solitario igual que yo. ¿Qué será de la pobre cría? Que teniendo todo se siente tan solo. Mi destino está escrito. Pero él, vive en las sombras mientras todo su reino se sumerge en la ridícula vida de colores. ¡Que Viva el Rey! Ja-Ja-Ja...

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